“Si a ti se te presentare… si llamare… huye, que solo aquel que huye escapa”
(Fray Luis de León).
“Erase una vez la historia de un hombre llamado Ulises que creía llamarse Pafnucio el Anacoreta”.
“A la hora de pensar los viajes vivimos bajo un paradigma, el de Ulises. El viaje tal y como lo pensamos tiene siempre que ver con el abandono del hogar, la entrega a las aventuras que nos proporciona el camino y finalmente el retorno de nuevo al hogar, a lo Real. Ahora bien, lo que descubrimos en esa cena es que hay otra tradición. Para esta tradición, el hogar con todo lo que ello conlleva no es más que ilusión, una ilusión que nos atrapa como la tela de una araña”.
“Los emboscados son gente que vive cultivando su propia libertad y para ello se refugian en sus bosques. Hay bosque en todas partes. Hay bosque en una página, en una partitura, en un libro, en una montaña. Lo que define a los emboscados es la resistencia a lo gregario, tener los ojos bien abiertos”.
“De esa historia yo soy parte, modesto epígono que escribo estas líneas en una celda sin los rigores de quienes me precedieron, pero víctima de idéntica ansia y anhelo. ¿Qué ha permanecido constante a lo largo de estos siglos? La violencia del mundo, sin duda; la pasión de los hombres y también su capacidad de ternura y de sacrificio; el anonadamiento que nos produce la muerte de quienes queremos, el temor que nos produce la inminencia de la nuestra. Y ha permanecido constante este anhelo de muchos de nosotros del alejamiento, la renuncia y la soledad. ¿Qué nos mueve?”